Comparsa con la autoría de Luis Ripoll Lázaro, del año 1978, con la dirección de Antonio Trujillo. Segundo premio local, por detrás de Los Tribunos, el año que Raza Mora consiguera el primer premio provincial. Ahí va parte del repertorio:
Presentación
Estoy pasando la vida
en la calle y engañando,
y pagando con la moneda
con la que un día a mí
me pagaron.
En la calle tuve la escuela,
y los palos a mí me enseñaron,
si ahora soy todo lo que sea,
nadie tiene que achacarlo.
Porque es mi forma de vivir,
el mundo a mí me lo enseñó,
no sé cómo acabaré,
ni sé si cambiaré a mejor,
tan solo sé que algún día
daré con una solución.
Por lo pronto aprendí,
que reirse es lo mejor,
porque como va la vida
es para darse un coscorrón.
Por eso mi vicio es
reirme de mi alrededor..
Un saludo
Un saludo a nuestra forma,
qué pasa con todos ustedes,
se les nota en la cara que se quieren divertir,
y yo por eso cogí mi comparsa
y con muchas ganas la puse a ensayar,
a ver si podía lograr y olvidar
los problemas.
Quité de mi mente rutinas de la vida,
si algo se me antoja,
lo cojo y no pasa nada.
Poco a poco noto que me libero,
y que voy formando en golfa mi condición.
Para ser un buen golfo
en todo sentido,
solo se necesita muy poca vergüensa,
y tomar las cosas del mundo
de forma cachonda.
Si alguien tiene culpa de lo que yo soy,
es sin lugar a duda esta sociedad,
que me tiene asqueado de todas las cosas,
y no me da ni una oportunidad.
Pues me tiene marginado,
es una calamidad.
Si quieren que yo cambie,
han de cambiar las cosas,
porque quieren hacer de mí
un muñequito mudo, tonto y explotado.
La noticia nos llegaba
La noticia nos llegaba
el día de Nochebuena,
se marchaba del mundo el conocido Charlot,
el personaje anárquico y golfo,
mezcla del humor y lo sentimental.
Solo y vagabundo iba en libertad por la vida.
Desgarbado y sucio buscaba la aventura,
siempre acompañado con su bastón y bombín,
sus andanzas, su hechura y su bigote
han creado historia que ahora escribe su fin.
Los años no perdonan, y Charlot se puso
más gordo y más canoso que aquel vagabundo,
y acabó sus días postrado en su silla de ruedas.
El mundo es un teatro de enorme escenario,
donde suena la música entre candilejas,
como cubriendo el hueco que abierto ha quedado
de ese personajillo que ahora nos deja.
Pero siempre, por la vida, como flotando estará
su espíritu y su arte, y su estilo tan noble,
y en la Tierra quedó una levita,
un bastón, un bombín, su bigote.
Paseando una tarde
Paseando una tarde
por las calles de mi tierra
me dio la paranoya por la cosa cultural,
y sin pensarlo entré en un museo,
que por el silencio reinante en él,
me dio la impresión
de que nadie había allí de visita.
Recorrí en silencio
todas sus galerías,
que estaban cargadas
de cosas de mi ciudad.
Y de pronto me tropecé con ella,
con esa maqueta de época nacional.
Y ya hace varios siglos,
alguien concluía,
representando en ella con todo detalle,
a mi señorial, milenaria
ciudad gaditana.
Y mientras la miraba seguía pensando,
que si ahora viviera el que aquello hizo,
de pena moriría porque su maqueta,
tan solo encontraría falta de motivos.
Porque hoy es una pena,
como está la capital,
sus cosas se durrumban
y sus calles se ensucian.
Y Cádiz poco a poco va a deseparecer
sin que pongan remedio.
Los problemas de mi tierra
Los problemas de mi tierra
son muchos y variados
pero su mayor parte son de tipo laboral,
miles de obreros no tienen trabajo
y si es que lo tienen han de defender
con uñas y dientes
su fuente de pan cotidianos.
En los astilleros el problema es más grave,
porque es que no hay un barco que construir
y a la hora de tomarse medida
es siemrpe al currante al que le toca sufrir.
No puede manejarse un padre de familia
como el que esto que sobra
y de en medio se quita,
solo porque alguien no quiere arriesgar su dinero.
Dejando la Bahia vayamos al campo
a ver todas las tierras que están sin sembrar,
solo por el capricho de algun señorito
que montado a caballo le gusta cazar.
Y mientras el resto del pueblo
lucha por un cacho pan.
Señor capitalista invierta su dinero
que no le va a servir de ná
cuando estalle la revolución del pueblo.
Una carta tuve
Una carta tuve un día de un amigo del alma.
Que su forma de vida lo llevo hasta un penal.
Lo enchiqueraron entre otras cosas
porque su sentido de la libertad
le hizo decir cosas
que a los demas no gustaban.
Recogí su carta temblando de alegria,
y empecé a leerla con prisa
y con ansiedad.
Me contaba entre otras muchas cosas
un motin que hubo para intentar arreglar.
Las penas y fatigas que estaban pasando
los presos que un motivo
estaban purgando y que eran tratados
a punta de pie como un perro.
Si vieras, me decia, querido colega
la de chavales jovenes que hay aquí adentro.
Pagando una condena que ni ellos conocen
y es que to el día en la calle no enseña na bueno.
Si hubiera mucho trabajo
donde poder currelar,
seguro que no habria
tantos presos comunes,
que tiene que pasar
los años de su juventud
metidos en una trena.
Estribillo
Ni de derechas, ni centro, ni izquierda,
somos nosotros pues no hemos podido votar,
si usted quiere saber la realidad,
nos pusieron golfos porque así
lo ha querido la sociedad.
Entrevista a Luis Ripoll
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