jueves, 12 de febrero de 2009

Los comparsistas se la dan de artistas

Comparsa con letra y música de Juan Carlos Aragón. El tipo no es que lo llevara escondiendo en ningún momento, y ya el nombre te lo dejaba claro. Van de comparsistas que se las dan de artistas.

Si el año pasado estaba la espectación con el pasodoble de "Si caminito del Falla..", este año, se rumoreaba que iba a haber un pasodoble a Martínez Ares, y así ha sido. Ya en una entrada de Juan Fernández, hablaba, que en una entrevista que le hicieron en la radio en el mes de noviembre, dijo que iba a haber otros autores que le dedicaran una letra al Niño.

En la actuación de cuartos, nos ha regalado un pasodoble más clásico del estilo de Juan Carlos, si el año pasado le dedicaba uno a la soledad, este año le ha tocado a la muerte:



Presentación



Yo, los carnavales los aprendí en la calle.
Yo, los carnavales los aprendí en la calle.
Bufones de barrios bajos,
y de costumbres obreras,
que suben siempre a su casa
cantando por la escalera.

Raboneros en la escuela
sin futuro de estudiante,
gente de pocas maneras
y sin familia importante.
Se echan de novia
a la primera que se les arrima,
presumen sin tener nada
que pueda estar por encima,
pobres payasos baratos que
por un par de botellas,
creen que nos mira la luna
y que los ven las estrellas.

Y creen también que el carnaval
que aquí hay los llevará al paraíso,
ignorando que ya por desgracia allí
entra quien aprenda a mentir
aunque no tenga permiso.

Yo, pueden decir lo que me digan
pero esta es mi presentación,
un gaditano vacilón que se la da de artista.
El de los barrios bajo donde
las costumbres tienen nombre,
estudiante rabonero,
con apellido de obrero
y comparsista.

Que besa a su novia primera
igual que si a la luna fuera,
y sin capricho ni perdón
cantar hasta que el corazón
le resista.

Yo, los carnavales los aprendí en la calle.
Yo, los carnavales los aprendí en la calle.


La muerte es una playa



La muerte es una playa con cara de pena,
desnuda bajo el cielo bailando encendida.
La muerte es una lluvia que cae hacia arriba
y con su pelo largo y su espalda morena,
llevamos esperándola toda la vida.

La muerte es la mejor despedida del hombre.
No reconoce géneros, patrias ni edades.
Cuando estás como vivo se espera y se esconde
y pasa con nosotros cien mil navidades.

La muerte vive en la calle de al lado,
a la derecha del bar.
Es familia de la sangre roja, dolor y esqueleto.
La muerte compra en el supermercado
vino y rosas para merendar.
Yo, desnudo, siempre la saludo y le guardo un respeto.

La muerte un día se metió en mi cama
y con su espalda morena y su cara de pena
me puso la mano en mi lado más sano y le dije que sí,
pero como una fulana se fue de mi cama y me dijo:
“cabrón, tu todavía no, te ha tocado vivir”.

Su risa era como el viento de levante
tan divina y tan humana que era igual que una obra de arte.
Y como pude yo le susurré al oído:
“si algun día tú te aburres pues ya sabes donde vivo”.

Y al final como si fuera una dama decente
me puso el pan caliente pa desayunar,
nunca olvidaré la suerte de cuando la muerte
me vino a encontrar.

Con la brocha en la pared me pintó: “centinela,
que cuando te toque a tí yo te vengo a buscar,
y te voy a llevar al ladito de los míos,
tu amigo, tu tío, tu hermano y tu abuela”.


Yo se que muchos días



Yo se que muchos días te habrás preguntao,
a tu inocente, sabia y callada manera,
por qué ya nunca viene la tata viñera,
cómo es que es mi papá quien despierta a mi lado,
me levanta, y me viste, y me lleva a la escuela.

Cómo es que me recoge pa casa de vuelta,
me pone la comida y me arrima la tarde,
mientras que en sus costillas me duermo la siesta,
hasta que me despierta el olor de mi madre.

Yo se que tú te andas preguntando
por qué nunca tu mamá,
te dice que tu padre no está
porque está trabajando,
pero también tú sabes que te digo
que en el fondo de tu corazón,
tú prefieres que uno de los dos
esté siempre contigo.

Y a tu alegría pongo por testigo,
y ahora, no quiero explicarte,
que para no marearte,
que nos engañaron,
la crisis y el paro,
y la bolsa cayó.

Que, de vivir del carajo,
me vi sin trabajo,
en un santiamén, no preguntes por qué,
no lo entiendo ni yo..

Y tú callaito.. de la mano de tu padre,
que estos ratitos de gloria a tí y a mí,
no nos lo quita nadie,
y mientras pueda, que se entere Zapatero,
que yo la infancia a tu vera, no la cambio por dinero,
que yo la infancia a tu vera, no la cambio por dinero..

Y ahora sé obediente y tápata bien los oídos,
que no quiero que oigas con rabia y dolor,
lo que le dice tu padre a ese miserable
y maldito cabrón,
aprieta bien las dos manos y rézale al capullo,
para que a nuestros hijos nunca le falte de ná,
porque puedo jurarte que como le falte,
siete veces más van a faltarle a los tuyos.


Cuando las maravillas de los Carnavales



Cuando las maravillas de los Carnavales,
conquistaron mi vida y clavaron bandera,
sentí el escalofrío de una calavera,
que arremangó mi alma con siete puñales,
y me tiró los huesos por la carretera.

Y hablándole a mi hermano de lo que sentía,
noté como su cara miraba a otro lado,
gritándome cuidado que yo no sabía,
de esta leyenda negra que a mí me contaron.

Los comparsistas se la dan de artistas
por salir en Carnaval,
las mujeres que tienen son malas
y el dinero es poco.

Los comparsistas se la dan de artistas
y no saben bien a dónde van,
se emborrachan, se tiran, se agachan
y se vuelven locos..
Los comparsistas se la dan de artistas..

Pero cuando mi comparsa, camino del Falla
se puso de parto, al pasar por el arco
de San Rafaél,
hasta mi hermano dejó de mirar porque vió
que para mí el Carnaval, era el punto y final,
era como la piel.

Y como un castigo, que es un premio a mi locura,
hice de mi vida un mar de música
y de caras con pintura.
Y la leyenda, por más negra que haya sido,
los tontos que se la inventan
es que nunca la han vivido.
Los tontos que se la inventan
es que nunca la han vivido..

Y aunque digan que yo voy dándomela de artista,
mañana en todo el barrio hablarán de mí,
y estarán todos de acuerdo en que los comparsistas
nos hacen sentir,
las emociones más grandes de los gaditanos,
porque cuando las cantamos, igual que un cañón,
nos sale el corazón solo por la garganta,
y la mitad del alma fundía en las manos.


Si tó lo que he perdío



Si tó lo que he perdío y tó lo que he ganao,
se lo debo a la madre que a mí me ha parío,
se lo debo a la tierra donde yo he nacío,
se lo debo a la gente que estuvo a mi lado,
espero no ser nunca un desagradecío.

Y si to lo que tengo, lo bueno y lo malo,
van en el mismo saco de miel y veneno,
a mitad del camino vacío mi saco,
aparco lo que es malo y me quedo lo bueno.

Por eso cuando escucho ciertas cosas
se me ahoga el corazón,
como hombre, como comparsista y como gaditano.
Que mas allá de la tremenda broma
van al límite de la traición,
y hasta muerden a lo que nos dió
de comer en sus manos.

Y como comparsista y gaditano,
yo, para bien, para mal,
hice del carnaval, un amor a medida
un estilo de vida y una religión.

Lejos de clase sociales, de premios y finales,
que aquí un pasodoble, no saca de pobre
ni al más maricón.
Y valga la excusa, de una obra de teatro,
para ser una parodia de final
y pasar un buen rato.

Pero en el Falla, con tó lo que a mí me ha dao
nunca tiraría las piedras contra mi propio tejao,
nunca tiraría las piedras contra mi propio tejao..

Y si un día me ofrecieran ser el pregonero,
antes de confundirme y vestirme de Dios,
creo que me quedaría con la gente mia y diría que no,
fuera ser que me pudiera el odio traicionero,
y en un ataque de celos usar el pregón..
pa rajar mis enaguas y tirar al agua
todas mis comparsas y a mis compañeros.

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