jueves, 11 de septiembre de 2008

La milagrosa

Antonio Martínez Ares pretende con su comparsa representar una obra de teatro. El jurado, entiende que la comparsa no merece pasar a la final y la deja fuera. Es la gota que colma el vaso, y Antonio rompe ese año con su grupo para salir el año siguiente con un grupo prácticamente nuevo.



Presentación



Buenos días. Buenos días. ¡Buenos días!

Que día más lindo ha parío la luna.
Como esta mañana
no recuerdo ninguna.
Abran sus balcones
dejen entrar al cielo.
Abran sus sentíos
y oigan al buhonero.
Están de suerte amigos.
Un golpe de viento ha traído hasta esta
simpatiquísima localidad a... La Milagrosa.
El carro prodigioso, poderoso, maravilloso.
Cientos, miles, millones han sido las personas que,
confiando en nuestras humildes manos
han dado un giro a sus vidas.

Ciudadanos, ciudadanas,
hoy le verán la cara a la vieja de Occidente.
Tres mil años duermen entre cuatro paredes.
Trocitos de Cai vamos a ver quién los quiere.
Les ruego presten atención, de uno en uno,
por Dios, que hay remedios para todos.
Pues traigo el poder inmortal
de la diosa del mar, de cristianitos y moros.
En esta plaza tan linda montaré por hoy mi puesto.
La tacita está de saldo y usted mismo pone el precio.

Para los niños chiquetitos, pa esos cariños que se fueron.
Para las duras y las maduras to lo cura el buhonero.
Pa los mocitos y las mocitas.
Para las viejas pellejonas.
Para los celos y las envidias.
Pa las lenguas criticonas.
Ungüentos, hiervas, elixires... un milagro por persona.

La Milagrosa abre sus puertas de par en par
¡Oíd las ruedas como cantan... tiritritán!
Lo que usted quiso y nunca tuvo aquí está en el carromato.
¡Si soñar es tan barato!
Salid de casa que el coplero ya regresó.
¿Quién dijo que no volvería? ja, ja, se equivocó.
La Milagrosa les ofrece sus mejores mercancías.
Les desea buenos días. Buenos días.
Buenos días. Buenos días.
Buenos días.


Un milagro para Cádiz

Ayer te vi y me distes pena, preciosa mía.
De tanto como se ríen de ti en la Alcaldía
Por todo ese cachondeo, a conciencia, desde La Junta,
si se están meando encima del Non Plus Ultra.

Como una lluvia tus casitas se están cayendo
y se pasan la pelota y no ponen remedio.
Ahora pedirán el voto en las elecciones
pa tapar un par de grietas y tocarse los cojones.

Es mejor plantar farolas isabelinas
que poner en Santa María cimientos nuevos.
Es mejor dejar macetas por toa la Viña
que encofrarle sus cocinas a los viñeros.
Es mejor tapar el tren aunque se hunda la ciudad.
Es mejor sobrevivir y reír es mejor que llorar.

Si te rompes a pedazos que le importas a la teñía
ver a un Cádiz medio muerto desde su casa de El Puerto,
Puerto de Santa María.
Si las vigas se te pudren que le importa a Manolito
si por su gente y su tierra no ha sentado la cabeza
y eso si que es un delito.

Muy pronto vendrá ese día, os lo dice el buhonero,
que os comáis las chulerías, burocracias y mamoneos.
Que viene escrito ya en los mapas, Cai Tacita de Plata,
donde viven como ratas y votan como borregos.


Un milagro para el hombre

Qué pensará este hijo mío al que amo tanto
cuando agacho la cabeza y me como mi llanto.
El que almuerza, viste, calza y pasea con los dineros
que salen de los bolsillos de sus abuelos.

Qué pensará mi compañera, que desespero,
si por mi lo dejó todo con un sí, sí quiero.
Ella que sueña que un barco la lleva a La Habana
y no sabe otro camino que ir a casa de su hermana.

Toa la vida trabajando y justo ahora
con cuarenta primaveras estoy parao.
Sin estudios, ni experiencia y sin diplomas.
Hecho un mulo y en el fondo.. un fracasao.
Me retumba el corazón. Hoy me voy a entrevistar.
Tengo miedo de perder de mi gente y qué pensarán.

Como ayer, como mañana, otra vez voy a intentarlo,
la camisa planchaíta y en la cara una sonrisa
que me lleve hasta el milagro.
Como ayer, como mañana, entraré por esa puerta.
Miraré a todos los míos y diré no me han cogío,
ya no me quedan más fuerzas.

Como ayer, como mañana, quemaré todas mis naves.
Vomitando mi vergüenza patearé todas las calles.
Que habré hecho yo pa este destino, dime Dios pa este castigo,
con un nombre y apellidos y verme como un don nadie.


Un milagro para cuatro columnas

Vamos a ver quién me adivina la adivinanza:
Tiene un corazón de tinta, la lengua muy larga.
Cuando escribe lo que escribe, ¡quién vive! Eso es sagrao.
Y al que quieren me lo vuelven un desgraciao.

Con Franco fue el mayor franquista, luego de centro
y de izquierda y de derechas, y siempre pa dentro.
Por sus páginas pasaron grandes literatos.
Por sus tintas se sentaron chupatintas y borrachos.

Tiene algo más de un siglo y es como un niño
que no entiende aún las reglas de ortografía.
Pone y quita concejales a su capricho.
Quita y pone directivos todos los días.
Con su verbo intelectual colabora un flecha azul.
Es el último en dormir y el primero que encuentra la luz.

Adivina, adivinanza. Seguro que alguien la acierta.
Tiene un corte vanguardista, periodistas surrealistas
y las manos deja negras.
Adivina, adivinanza. Enemigo del levante.
Y esperando el buen retrato siempre está su gran chivato
que lo que vende es la sangre.

No soporta a los payasos, esos que escriben comparsas.
Y por Dios se pone en celo al llegar Semana Santa.
Y muy poquito dinero es honrao o embustero,
se ríe de Cai entero... adivina, adivinanza”.


Un milagro para Antonio



Dime quién coño te has creío, querido Antonio,
que criticas a todo el mundo escupiendo demonios.
De no ser por esas letras, ¡ninguno! te escucharía,
igualito que lo otros, ¡niñatos! qué es poesía.

Con Campuzano comenzaste este castigo.
No han pasado ni veinte años y no tienes amigos.
Al final querrás un busto que ponga: Poeta,
te vamos a dar un carajo de los que hay en La Caleta.

Insultaste al gallinero y a los puristas,
nuestra fiesta de los toros la toreaste.
A favor de las mujeres, los mariquitas,
pero en que planeta vives, Martínez Ares.
Al PP en la yugular. Siempre tienes que ser tú.
Contra el Papa, contra Dios. En tu pluma se esconde tu cruz.

Si un señor hace fortuna por vender carne podría,
que más da to esos negritos, si en la selva en esos sitios
comen muchas porquerías.
Que te escriban en la prensa colma tu orgullo tirano,
porque eres tan carajote que piensan como El Quijote:
“Ladran luego cabalgamos”.

Desde que tú apareciste te has sentío un superhombre.
No respetas ni a los muertos, nadie, nada hay que te importe.
Pues te recuerdo buhonero que otros muchos ya cayeron
por decir sin ningún miedo cada cosa por su nombre.


Un milagro para mi amor



Hunde un cuchillo marinera hasta el sentío
pa saber por quién suspira el corazón mío.
Como un pozo ama al patio y la lluvia a las macetas,
como un viento y otro viento a una veleta.

Como la Iglesia a los fusiles de los cobardes,
como un pobre a un pobre perro para que le ladre.
Como un mar a un vaso de agua o el grito al abismo,
como el cielo a las desgracias, como un cura al catecismo.

Como la brisa de agosto a las persianas,
como un manto de calichas a los pasillos.
Como pueden los fulanos a las fulanas,
como un nido de secretos a los pestillos.
Como un chivo a la legión, como Dios a un huracán.
Como un preso a una ilusión, como el ruido a la soledad.

Como un barco al horizonte, como un loco a su cordura,
como un hombre a otro hombre, como el norte solo al norte,
como el torito a la luna.
Como el hambre a los chiquillos, como un cojo a una mentira
como el miedo a la prohibido, como el sexo a los gemidos,
como la muerte a la vida.

Como un tonto a un San Benito, como el frío al mes de enero,
como el nudo a la corbata, como el rey al monedero.
Hunde el cuchillo marinera, a ver si muerto ya te enteras,
nadie habrá que así te quiera, así como yo te quiero.


Un milagro para la alcaldesa

Perdona que entre así de golpe sin avisarte,
¡Qué problema el de Astilleros! estoy hecha un desastre.
No quiero ser alcaldesa, de esas, ¡Ay Jose Mari!
Tú no sabes lo borricos que son en Cádi.

Estos tornillos y estas tuercas me las tiraron
y... ¡Teófila tus muertos! a mi me gritaron.
Yo por mucho que me ducho huelo a gasolina.
Yo que siempre he sío muy alta, he sío mu rubia, he sío muy fina.

He vendío las industrias pa hacer viviendas.
Se tragaron ¡te lo dije! el soterramiento.
Pero abajo to los días hay una huelga
y eso que están tos paraos, yo no lo entiendo.
La pobreza la tapé con macetas y zona azul.
Esto no es mi Santander. Más quisiera la gente del sur.

Me he gastao más de un sueldo en comprar antidepresivos
y tengo un dolor en el pecho por las cosas que no he hecho
y por tu culpa he prometío.
Me inventé la supertasa, en la prensa la primera
y he quitao de mi despacho la foto del tito Paco,
aunque sigue en mi cartera.

Yo quería ser ministra y me diste una biboca:
cuatro años entre peñistas, marujonas y grifotas.
Échame un cable pa la Junta que Sevilla si me gusta.
Deja a Cádiz que se pudra con coros y chirigotas.


Un milagro para Andalucía



Andalucía es un chiquillo harto de churretes,
azahares en el aire, la mar y la nieve.
Esos palitos de ciego, ¡Cuidao! que vamos dando
es un toro y una hembra siempre sangrando.

Es el oasis pa los reyes y los camellos,
los chavales que ni en sueños verán un currelo.
Es el sol para los ricos, sus niños y sus niñas.
Es un water pa catorce en el barrio de La Viña.

Es Carmina y Rociíto vendiendo cuernos.
Plaza Alta y otras drogas pa los pobres.
En el culo de un Europa que huele a muerto.
Cenicienta con sus rulos al dar las doce.
La sequía en altamar. Los lunares y un olé.
Romería y Carnaval. Es la tierra esperando llover.

Es la O con un canuto. Los olivos renegríos.
Langostinos de Sanlúcar y disparos en la nuca
de algún vasco mal nacío.
Son las letras que se comen cuando no hay ni pa puchero.
Es la puta mala suerte de un pañuelo blanco y verde
pa los hombres de Astilleros.

Gitanillos desnataos. Son los niños de la guerra.
Mucho alcalde mentiroso y mucho, mucho sinvergüenza.
Es la justicia sin cojones, un Parlamento de ladrones
como dijo Lola Flores: “la pena, penita, pena”.


Nunca habrá un milagro para ti

Por más que florezcan las canas sobre tus sienes,
quién hijo de puta nace, hijo de puta se muere.
Y aunque muchos aseguren que nunca has roto un plato,
un río de cruces corre por tus zapatos.

Yo sé que te pone cachondo oler la sangre,
sé muy bien que coleccionas criaturas y padres,
porque igual que tu en España había un gallego
que nos tuvo medio siglo cogiditos de los güevos.

Ya eres viejo y sin embargo aún das miedo
cuando te pones la gorra y el uniforme.
Un ejemplo de constancia para los nuevos,
los futuros licenciados en dictadores.
No tendrás la extradición y a Santiago volverás,
pero no tendrás perdón. Ojalá, ojalá, ojalá.

Ojalá fueras eterno, ojalá lo fueras siempre,
ojalá no haya un momento sin tener remordimientos
por matar a tanta gente.
Ojalá que por las noches se te crucen en tus sueños
esos ojos que arrancastes, las almas que mutilastes
y los que nunca volvieron.

Ojalá maldito loco esta vida sea tu infierno
y hasta los mismos gusanos le den asco de tu cuerpo.
¡Vive cabrón! ¡Vive y disfruta! Porque el día te pudras,
bailaremos en tu tumba, nosotros y nuestros muertos.



Popurrí - Acérquense todos

Acérquense todos no pierdan momento
que La Milagrosa ha llegado a este pueblo.
¡Señores! ¡Señoras! ¡Infantas y abuelos!
¡Milagros de Cádiz que son milagros del cielo!

Plata de la mar que a la luna roba su brillo.
Caracolas con psssssssssssssss pececitos dormidos.
Levante en botella. Si lo dejes ir no lo agarras
y como en cualquier otro carro,
¿Alegría? Nooooooooooooooo, chatarra.
Arena de oro. Torretas más altas no vieron.
¿Tal vez un barco? ¿Dos barcos? ¿Tres barcos? ¡Un Astillero!
Perfumes fenicios para las mujeres hermosas.
La sal de la gracia. La luz. El sol por su casa. Disfraces.
Estrellas de agua. Las coplas. Cañones sin fuego.
Vamos, vengan sin miedo.
De todo, hay de todo en La Milagrosa.

Milagritos, milagritos, milagritos, milagritos.
Remedios de Cai pa pobres y ricos, ay.
Milagritos milagrosos, milagritos milagreros.
¡Los precios, chiquilla, que están por los suelos!
Vasijitas romanas. Lucernas. Faroles. Piedras ostioneras.
Conchas de colores.
Carnets de paraos. Sortijas. Velas de veleros. Monedas.
Azulejos. Poemas. Especias. Refranes. Sombreros.
Acérquense todos, no pierdan momento,
si el mundo se deja, el mundo les vendo.

Queremos advertirles: no somos como los otros buhoneros.
Que les da igual engañar con tal de llevarse los dineros.
Todito todo lo que les ofrecemos remedios son de alta calidad
y con la mano en el corazoncito, aseguramos,
prometemos y juramos
que diremos la verdad, la verdad, la verdad.
Y nada más que la verdad.
Tome estas hierbas al irse a acostar,
mano de santo pa los catarros.
Él probó este ungüento como loción capilar
y en un mes dejó de estar calvo.
Contra el reuma estas cataplasmas y
correrá como las mismas liebres.
¡Eh viejo! Aplíquese esta pomadita,
¡Azuquita! Y qué peligro con las mujeres.
Pa las depresiones chupe estas hojas muy tranquilito.
Y para los males, males de amores...
eso lo arreglo con unos polvitos.
Con este bebedizo fuera afonía... ¡Una demostración!
¡Kiki!
Este hombre no veía tres en un burro
y con esta agüita ahora ve dos.
Y también tenemos...
Pa los calores, roedores, sudores, picores,
temblores, ardores, temores, vapores
y toda clase de dolores.

Esta es la verdad, la puritita verdad.
Hay una regla en este carro; el buhonero nunca fía
para que jamás nos suceda lo que a la vieja Andalucía.
Una mañana los charlatanes,
dando esperanzas dando soluciones
y les compraron sus patrañas, los ganaderos,
los obreros, los pescadores.
Y les hablaron de trabajo, de proteger a las mujeres.
Por miles se acercaron, oyeron, suspiraron
y cayeron en las redes.

Sus recetas milagrosas, sus mentiras piadosas
por el sur las derramaron.
Y se hicieron poderosos con los votos generosos
de aquellos que se flaron.
Embaucadores y farsantes, oradores, comediantes,
artistas del engaño.
Les vendían, ¡pobrecitos!
utopías en frasquitos cada cuatro años.
Para que jamás nos suceda lo que a la vieja Andalucía
hay una regla en este carro; el buhonero nunca fía.

Ha llegao la hora de repartir. Vamos a repartir.
Vamos a repartir.
De lo que hemos podío vender por aquí.
Lo que sea pa ti. Lo que sea pa mi.
Y pa mi, y pa mi, antes de comer, antes de dormir,
Vamos a repartir.
Me han comprao una luna de La Caleta.
¿Con agua o sin agua? ¡La luna quieta!
¡Señores, yo el muelle con tus barcos! ¡Qué poderío!
¿Si nadie lo quiere? ¡Po lo he vendío!
Yo, pregonando, no menos treinta libretos,
de chirigotas, comparsas y cuartetos.
¡Me lo he currao! ¿Y los coros, qué?
Los coros na, ni regalaos.
Yo, el ayuntamiento. ¿Con sus ladrones?
Yo, la autopista. Ole, sus cojones.
Yo, el vaporcito. Yo un casco antiguo. Yo, una catedral.
¿Y tú qué? Yo na. ¿Y tú qué? Yo na.
¿Na de na? ¡Na de na!
Pues prepara la cena. Y tú luego a fregar.
Cai de fanfarrones y de pirigaña.
Cai de trabalenguas. Cai de mis entrañas.
Yo maldigo mi suerte como maldigo el dinero.
Y que Dios me perdone por vender lo que más quiero.

Al cobijo del fuego las llamas nos traen
las voces de los hermanos que se fueron.
Y en esta noche amarga a la mente
me vienen los versos de un marinero:
“Si mi voz muriera en tierra
llevadla al nivel del mar
y dejadla en la ribera.
Levadla al nivel del mar
y nombradla capitana
de un blanco bajel de guerra.
¡Oh, mi voz condecorada
con la insignia marinera.
Sobre el corazón un ancla
y sobre el ancla una estrella,
y sobre la estrella el viento
y sobre el viento la vela!”

Que yo también mare mía, quiero morir donde viven,
donde viven mis poetas, en agüita de la bahía.
Rafalito y Fernando ya están juntitos
y mandan besos pa Cai en los barquitos.
Alegría, alegría, que no se diga,
que quién se muere en Cai.
¡Dios mío! Que vive pa toa la vida.

La lunita está asomá, la oscuridad se hizo presente.
Hoy no se nos dio tan mal, ni fú ni fá, igual que siempre.
Con el alba hay que partir, se acaba aquí el cachondeo.
Venga, vamos a recoger. ¿Chiquillo esto qué es?
¡Creo que está lloviendo!
Otro día, otro lugar y a pregonar:
¡Atención que ha llegado La Milagrosa...!
que sus puertas abrirá pa mostrar la mar de cosas.
Qué vida más achuchá. De aquí pa yá, qué sufrimiento.
Monta el carro. Quita el carro.
Sube, baja, si no paramos.
¡Aligera, quillo que es verdad, que está lloviendo!
¡Me cago en la...!
Queda mucho por andar, por conquistar.
¡Rumbo al infinito!
Hasta otra y ojalá sepan usar nuestros milagritos.
No les decimos adiós. Sabe mejor un hasta luego.
¡Otros vendrán! ¡Con otra canción! ¡Otras historias!
¡Otra ilusión...! ¡Pero volveremos!
Nos queda un milagro que no lo vendemos
si quieren, mañana..
¡se lo contaremos!

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